La maqueta del fabuloso Lambda, que va acompañada de numerosos artefactos relativos al mdoelo (bulones de rueda, zapatas de freno, etc, etc)
Foto de grupo en el "Bar Lancia", que es el bar del Albergo della Posta (no tiene pérdida, un scudetto a cada lado):
Después, visita a Villa Lancia "alla Montà", abierta para nosotros por el Museo Valsesia, donde hay cosas curiosísimas. En la biografía de Vincenzo Lancia figura que era un apasionado del juego de boccie (una especie de petanca), y que se enfadaba mucho cuando perdía. Pues bien: se conservan los juegos originales de boccie que empleó:
Por la mañana, bajada hacia Turín. El granizo nos hizo partir como alma que lleva el diablo La Fulvia abría camino
Bajada huyendo del granizo. La Valsesia es un valle muy estrecho y tiene una de las tasas de precipitación más altas de Italia. Esta foto está tomada desde al Aprilia de Jordi Riera (¡que buscaba desesperadamente un arbol o el porche de una iglesia para resguardar su tesoro!) Hasta más allá de Varallo no nos tomamos un respiro:
Una vez acomodados en el Crimea, nos dirigimos al Quartiere del Lingotto, sitio automovilístico histórico de Turín, por encontrarse el ex-Stabilimento Fiat.
No menos interesante es el restaurante que se encuantra muy cerca, Vico-Equense, donde sirven la peculiar "pizza al metro". Nosotros necesitamos 2 metros de pizza (que estaba buenísima por cierto)
Tras este "refrigerio" nos dirigimos hacia otra meca lancista: Cavalitto, donde fuimos atendidos personalmente por su dueño Enrico Barlaam. Aparte de ser un momento muy agradable (Barlaam fue amabilísimo con nosotros), todos nos surtimos de los recambios que necesitábamos.
Antes habíamos pasado por un lugar sagrado del Lancismo: en Corso Vittorio Emanuele, el edificio donde en su planta baja la familia Lancia había alquilado el taller a Ceirano.